A veces estamos tan ocupados con el temario, los exámenes, el papeleo, las "pruebas extra", terminar los libros...etc, que no nos damos cuenta de otras cosas de igual o mayor importancia.
La expresión oral. La importancia de hablar en público. El saber contar opiniones, ideas, posturas...
Por eso se me ocurrió la idea de seguir la fórmula británica de la speaker's corner. Traducido como la "esquina de los habladores"
Todos los domingos por la mañana, en el parque Hyde Park de Londres, gente de todo tipo se sube encima de una caja, una escalera o símplemente una silla y comienza un discurso. Los temas son muy variados, algunos gustan y otros no. Pero lo importante es poder sentirse libres para hacerlo.
Con esta idea, cogí una mesa, una silla y una cartulina para crear nuestro "rincón de habladores" y propuse a los alumnos de 6º que eligieran un tema y hablaran sobre él durante 3 minutos.
¡Imposible! dijeron rápidamente, ¡Yo no sé que decir!, ¡Me da verguenza!
Y así una retahíla de frases donde se dejaba claro que aquello no era nada fácil.
Llegó el momento y como nuestra clase es pequeñita en número de alumnos fui a buscar al mejor público auque más exigente que se pueda tener. ¡Los niños de infantil!
La orden para los "habladores" fue sencilla: "sube y di lo que quieras" y la premisa para el público fue: si en algún momento perdéis interés por lo que están diciendo, levantaos e iros.
Os puedo asegurar que la experiencia fue increible. Al principio los oradores eran incapaces de llegar a los tres minutos hablando. Se reían, les daba verguenza, querían irse... pero ocurrió algo maravilloso.
El público, ese público cuya atención es tán difícil de conseguir, estaban con los ojos como platos escuchando a los mayores del cole. Y poco a poco, todos fueron subiendo aunque no tenían nada preparado e improvisaban un discurso sobre lo inecesario de los deberes, el por qué el recreo tiene que ser tan corto, etc.
Hasta las profes nos subimos a la mesa para "despotricar" un ratito y ser uno más de ellos. Por cierto, gracias Ana por seguirme siempre sin rechistar en mis locuras.
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